El sigilo abunda en nuestra amistad
Como las tranquilas olas de playa
Olas que duermen a la merced de mis pies
Me gustaba más la marejada
Esas que rompen con fuerzas mis fuertes
Con ganas de arrasar conmigo
Sentía como tú y yo éramos los únicos
En el mundo, estábamos destinados
Para morir juntos como viejos
Llevándome al fondo del mar
Junto con nuestros tesoros
Desnudo me entregaba ante ti
Ya que sentía la libertar
Fluir entres nuestros cuerpos
Mostrándome tu misterios de mar
Dejándome anonadado con las maravilla
Un día corría ente ti,
Pero vi como el mar se recogió
Ante mi llegada fugaz
Derrotado veía como brillas
A lo lejos de mis ojos y mi cuerpo
Yací sediento en la arena
Tumbado y enterrado
Como si de desierto se tratara
Miguel Ángel Rojas Arancibia